El poeta David Huerta atestigua ‘‘la mala facha de la realidad’’
La poesía siempre nos da noticias frescas, sobre todo cuando un nuevo libro aparece en medio del caos del mundo, considera el poeta David Huerta (Ciudad de México, 1949), quien presenta El cristal en la playa, publicado por Ediciones Era.
Los versos del autor –galardonado hace unas semanas con el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2019– son testimonio ‘‘de las cosas que ocurren en la calle, en las carreteras, con la gente común y silvestre, pero también con las víctimas, con la sangre que se derrama, con la violencia, pero también con el mar, con los cristales que hay en la playa y con los que se puede uno tropezar y cortarse, o verlos brillar sobre las revolturas de la arena”, explica en entrevista con La Jornada.
Otro tema que ronda El cristal en la playa es la muerte, continúa Huerta; ‘‘quizás tiene que ver con mi edad avanzada, pues ya crucé la curva de los 70 años en octubre pasado. Eso quiere decir que hace muchos años ya pasé la mitad de mi vida, de modo que estoy cuesta abajo, en la rodada, como dice la canción”.
Situaciones delicadas y escollos por librar
Fresca y con chispazos de humor es también la charla con David Huerta, quien luego de medio siglo de dedicarse a la escritura afirma que ante ese largo panorama que es hoy su trayectoria profesional puede ver ‘‘algunas señales que han quedado en el camino, desde luego a muchísima distancia están aquellos años en los que fui poeta joven, años muy difíciles porque si uno acertaba, los aciertos crecían mucho, o si metía la pata decían ‘se le puede disculpar porque es joven’. Ambas son situaciones muy peligrosas y delicadas, escollos que hay que librar. Más o menos cuando cumplí 40 años dejaron de decirme poeta joven y sentí un gran alivio, pero también una gran nostalgia.
‘‘Las señales de mi vida cuando fui poeta joven quedan a una distancia muy grande, lo que sigue son libros y trabajo. No una paz interior, pero sí cierta claridad para ver cosas que antes estaban enturbiadas por las pasiones. Esa es la lucha, a pesar de que el mundo alrededor esté patas arriba”.
Huerta dijo sentirse satisfecho de su obra, no sólo como poeta, sino como ensayista y traductor, ‘‘porque he dado lo mejor que he podido, no se sí es suficiente, pero siempre pienso en seguir escribiendo. Si uno sigue escribiendo es que no está tan contento con lo que ya hizo, de modo que hay un equilibrio interesante entre la insatisfacción y el gusto de ver que aparezca un libro como El cristal en la playa.
‘Siento muy lejana la mera posibilidad de dejar de escribir. Algunos poetas y autores dejan de hacerlo por razones que a veces me resultan misteriosas o tristemente claras, dijeron todo lo que querían decir y quedaron satisfechos. En México, desde luego, está el caso llamativo de Juan Rulfo, y en el terreno de la poesía Alí Chumacero. Pero los entiendo. Hay tiempo para todo, yo estoy en el tiempo de escribir tanto como pueda, y felizmente puedo publicar, no me cierran las puertas... leer más